¿Y qué sé yo del amor?

Hace un tiempo me pidieron que hiciera una entrada hablando sobre el amor. La verdad, me he sentado frente el ordenador para empezarla mil veces y siempre llego a la misma conclusión: Una hoja en blanco, y la siguiente pregunta en mi mente, ¿Y qué sé yo del amor?

A mis 25 años he experimentado muchos tipos de amor y en la mayoría la cosa no ha ido bien. Pero hasta de esos, puedo decir que algo he aprendido y creo que en eso consiste la vida. En aprender, conocer nuevas formas de amar y ser amado, de irse encontrando con todos los tonos y formas que tiene el amor y de ser capaz de encontrarlo hasta en las cosas más insignificantes.

Sinceramente aún me queda mucho por aprender, sin embargo si algo tengo claro es que el amor que nos muestran como ideal en las películas, series, revistas, etc. no existe y que el intentar encontrarlo es no solo una pérdida de tiempo, sino algo dañino para nosotros/as mismos pues es inalcanzable.

Creo que he conocido muchos tipos de amor. Lo he podido ver en muchas formas, la de un atardecer junto al mar, en el café compartido con alguien, en ese abrazo recibido en el momento oportuno, en las riñas y peleas con mi hermana, en las broncas de mis padres, en su cara de felicidad al verme lograr mis metas, en una canción, etc. y también creo haberlo vivido de mil tonos distintos.

• Ese amor que se muestra incondicional y que te da la familia, padres, madres, abuelos, hermana/o; un amor que la mayoría del tiempo es dulce, cálido, acogedor, pero que también sentí amargo y doloroso con la pérdida de mis abuelos.

• El amor de la amistad. Para mi uno de los más difíciles de hallar. Pero con el que cuando encuentro esa persona merecedora de él, de mi confianza, me vuelco 100% y lo doy todo sin esperar nada a cambio. Aún sabiendo que el riesgo está en que no siempre nos devuelven lo mismo que hemos dado. Sin embargo cuando encontramos la amistad verdadera, convertimos ese amor en un amor dorado, valioso, preciado, un tesoro que aún que termine durará para toda la vida en nuestros recuerdos.

• El amor por lo que uno hace, ese amor anaranjado, vibrante, apasionado, que hace que nos entreguemos al máximo por lo que hacemos y que nos impulsa a seguir adelante e ilusionarnos día a día por nuestro porvenir.

• El amor por uno mismo. Uno de los más complicados y es que amarse a uno mismo toooodo el tiempo no es fácil. Para mi ese es un amor verdoso. A veces es precioso, como el verde de un campo bajo el sol, o el paraje de un bosque helado en invierno. Pero otras veces el verde se parece más al mostaza, no tan bonito, hasta nos puede producir desagrado. Y es que amarse a uno mismo todos los días no es fácil, seguro a todos/as nos ha pasado tener días en los que al mirarnos en el espejo nos vemos hottibles, y sin embargo otros, creemos que nos vamos a comer el mundo. Para mi la clave en este tipo de amor es en contrar el tono del verde esperanza.

• Finalmente, el amor de pareja. El gran desconocido y sin embargo el más nombrado y anhelado. Un amor confuso, para mi un amor que veo en tonos violetas. Algunas veces pastel, dulce, ñoño, inocente, pero otras se vuelve vibrante, desconcertante, quizás hasta abrumador, y que puede llegar hasta la familia de los magentas, siendo intenso, poderoso y a veces aterrador y doloroso.

Como ven, no sé mucho del amor, y de lo poco que sé, no tengo nada claro, pero si me piden que defina para mí que es el amor, diría que es esa emoción ambigua, excitante y aterradora a la vez que nos mantiene expectantes de lo que nos va a deparar la vida. Es como esa banda sonora de una película que nos encanta, que es capaz de transmitirnos, paz, serenidad, alegría, compasión, tranquilidad, pertenencia, y a la vez duda, temor, desesperación… Y que a pesar de eso, nos encanta. No podemos dejar de escucharla una y otra vez, igual que no podemos dejar de buscar el amor, en todas sus variantes posibles.

Por mucho que pasen los años, creo que para mi, igual que para muchos, el amor es y será ese gran desconocido con el que hemos convivido toda la vida.

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