Me llené de palabras y aprendí a volar

Comencé este proyecto del blog hace unos meses, porque me obliga a ordenar mis ideas. A veces necesito parar, darle al botón de rebobinar, ver qué es lo que he vivido, y tomar apuntes sobre lo aprendido. Pero aún que esto parece una tarea fácil, no siempre acaba resultándomelo. Y es que sentarme a expresar, compartir lo que siento, pienso o vivo, es fácil cuando lo que estoy escribiendo es bonito, pero cuando la historia cambia, se torna difícil compartirlo.

Todos queremos que vean nuestra vida como esa vida perfecta. Compartimos en Facebook, Instagram, Snapchat, youtube, esos fragmentos de nuestras vidas que nos enorgullecen. Esa fotografía en la que después de 100 tomas, o 5 filtros, nos vemos espectaculares, ese fragmento que hará que nuestra vida se vea idílica. Y esperamos recibir muchos “me gusta”, conseguir muchos seguidores, para convencernos de que realmente nuestra vida es ese reflejo de película que dejamos ver a los demás. Sin embargo la vida no es siempre de color rosa. No todo lo que nos ocurre es bonito, apasionante, perfecto o bueno; a veces nos ocurren cosas que nos duelen: una pelea familiar, una riña de pareja, una discusión con las amigas/os; un desengaño amoroso, o más de uno si somos realistas; un mal día en el trabajo, o incluso perder ese trabajo; etc. Y es que es increíble como un segundo, un momento, una noche pueden cambiarlo todo. Como a veces, en el momento menos pensado la vida nos obliga a cambiar.

Y mientras que nos resulta tan fácil compartir esa vida de fantasía en la que nos vemos perfectos, resulta muy difícil hacerlo cuando los momentos son pésimos.

Este 2015 he aprendido mucho, a base de caerme, fallar, equivocarme, pero sobretodo a base de levantarme de cada caída, de mejorar después de cada error y de aprender de todos ellos para poder crecer.

Y si una cosa he aprendido es que los momentos más importantes en los que debo rebobinar y verme de nuevo, son esos momentos dolorosos. Es fácil escuchar lo que mi cuerpo, mis sentimientos quieren decirme cuando todo va bien, pero he descubierto que es mucho más importante poder y sobretodo saber hacerlo cuando el cuerpo, y más aún cuando el alma me duelen. He aprendido la importancia de saber escucharme, aprender a entenderme, y desde que aprendí ha hacerlo es que he podido crecer, y me he llenado de palabras y sabiduría. Ahora me comprendo, me valoro, me respeto a mi misma y sobretodo me entiendo. He entendido que no soy perfecta, que fallo, cometo errores, pero que no debo dejarme vencer por ellos. Debo tropezar y levantarme. “Que la vida es un paseo y depende de mi disfrutar el camino o quejarme del trayecto”

Así pues, por más dura que se torne la vida, por más injusto que me parezca lo sucedido, he decidido tomar esta frase como ejemplo a seguir, y aprender a volar.

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